Pablo Picasso es uno de los artistas más importantes del siglo XX, y su relación con el movimiento artístico del cubismo es fundamental. El cubismo es un movimiento que surgió en Europa a principios del siglo XX, y que intentaba representar el mundo de una manera diferente a la tradicional.

En el cubismo, los objetos se representan de manera abstracta, descompuestos en formas geométricas simples y combinaciones de superficies y planos. Esto buscaba representar la realidad de manera más completa, ya que la imagen resultante refleja la experiencia real de la percepción de los objetos.

Picasso y su amigo y colaborador Georges Braque son considerados los principales exponentes del cubismo, y juntos desarrollaron el llamado cubismo analítico, caracterizado por la reducción de las formas a planos y la eliminación de la perspectiva. En esta etapa, Picasso creó algunas de sus obras más famosas, como Les Demoiselles d'Avignon, donde se ve claramente la influencia del arte africano y la distorsión de las formas tradicionales.

Después del cubismo analítico, Picasso evolucionó hacia un estilo más sintético, en el que los planos y formas se combinaban de manera más libre. En esta etapa, se enfocó en la representación de múltiples vistas del mismo objeto, lo que dio lugar a la técnica del "collage". Con esta técnica, Picasso y otros artistas introdujeron elementos no pictóricos en sus pinturas, como recortes de periódicos y fotografías.

En resumen, la relación entre Picasso y el cubismo es muy estrecha, ya que el artista fue uno de los principales creadores del movimiento y sentó las bases para su desarrollo a lo largo del siglo XX. Su trabajo sigue siendo una inspiración para muchos artistas contemporáneos y su legado continúa siendo relevante e influyente en la actualidad.